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Los orígenes de la villa de Torre mejía son confusos y están envueltos en numerosas controversias. Acerca de los pobladores que habitaron el término, durante los tiempos prehistóricos, hemos de estudiarlos englobados en los datos generales de toda esta comarca que está situada en el curso medio del río Guadiana y junto con los municipios más cercanos a nuestra villa como: Mérida, Calamonte, Arroyo de San Serván, etc.

Los restos más antiguos encontrados en el área citada se sitúan en el Paleolítico Inferior y están formados por numerosos cantos rodados, que ponen en evidencia la existencia de un notable núcleo de población seminómada asentada en las terrazas del Guadiana y en los terrenos colindantes, Torremejía, entre ellos.

Pero la ocupación efectiva de estos terrenos tiene lugar a finales del Periodo Neolítico, pues se conservan numerosos restos de poblados existentes en los alrededores de Mérida, como el de Araya y la Palaciana, entre otros, pertenecientes a la época del Neolítico y del Calcolítico. 

 

En esta zona se han encontrado también vestigios de la Edad de los Metales, todos ellos son objetos de uso común tales como: puntas de flecha y de lanza, hojas de espadas y otros restos de armas, como además, fíbulas, hebillas, fragmentos de vasijas de barro, etc..

Los orígenes más cercanos de Torremejía hay que buscarlos en torno a la época romana por encontrarse muy cercana a Mérida y en la importantísima ruta de comunicaciones conocida con el nombre de Vía de la Plata. Este camino, que se iniciaba en Cádiz (Gádibus) pasaba por Sevilla (Hispalis), ascendía por Carmona (Canno), Obúcula, Astigi (Écija), Celti (Peñaflor), Regiana (Reina, cerca de Llerena) hasta Emeritam (Mérida).

Después la calzada ascendía hasta el norte por Ad Sorores (junto a Casas del Don Antonio), Castra Cecilia (Cáceres), Turmulus (Alconétar), Rusticiana (junto a Galisteo), Cappara (Cápara), Caecilio Vico (Baños de Montemayor),penetrando en Salamanca y llegando hasta Astúrican (Astorga)

Según el licenciado en Leyes por Salamanca, Bemabé Moreno de Vargas, nacido el Mérida, en 1516, muerto en 1648, que fue alcalde ordinario de Montijo y regidor perpetuo de su ciudad natal, el origen del baluarte de Torremejía hay que buscarlo, en la defensa de la calzada romana que por ella transcurría, que antes hemos citado, ya frenaba los ataques de los bandoleros y malhechores que plagaban la zona y asaltaban a los viandantes, los que, después de cometidas sus fechorías, se refugiaban en las sierras vecinas de Gragera, San Serván y de la Moneda, así llamada porque durante la época de dominación romana, estaba allí instalada una fábrica de moneda.

Miguel Muñoz de San Pedro, conde de Canilleros, en su obra:

Extremadura, tierra donde nacían los dioses, destaca los abundantes restos de una anterior existencia romana.

Pero la Vía de la Plata no pierde su importancia tras la caída del Imperio Romano, Estatua Togado Romano sino que, por el contrario, vuelve a recobrarla durante la Edad Media, sobre todo después de ser reconquistada a los árabes, a consecuencia de transformarse en aquellos momentos en una de las Rutas .Jacobeas, pues por ella transitaban gran parte de los peregrinos santiaguistas que, desde Andalucía Occidental y Extremadura, subían a visitar la tumba del Apóstol Santiago, en Compostela.

Es, por lo tanto, lógico pensar que en Torremejía existiría desde la época romana, junto a la torre, algún tipo de asentamiento hostería, posada o posta en donde los legionarios del Imperio, los viajeros y caminantes (y después también los peregrinos jacobeos) pararían para reponer sus desgastadas fuerzas.

Siglos después, estos territorios fueron reconquistados liberándolos de la dominación musulmana por el rey Alfonso IX de León, que ganó a los moros Cáceres, en el año 1229 y después, según consta en los Anales Toledanos, se apoderó de las ciudades de Mérida, Badajoz, Elvas y Montánchez, entre otras. Posteriormente venció al caudillo moro Aben Hut, al otro lado del Guadiana, en el año de 1230. Ese mismo año murió el rey en Villanueva de Sarria, cuando se dirigía hacia Santiago de Compostela para visitar la tumba del Apóstol Santiago, con el fin de darle las gracias por sus nuevas conquistas. Su hijo, Fernando III el Santo, terminó la tarea reconquistadora de todas las tierras de la región extremeña.

Posteriormente Torremejía, perteneció a la Orden Militar de Santiago, provincia de León, como todo el territorio, de más de 9.000 kilómetros cuadrados de extensión, de la margen izquierda del Guadiana. Esta provincia estaba dividida en los partidos o gobernaciones de: Mérida, Llerena, Jerez de los Caballeros y Montánchez. Así lo afirma Pascual Madoz, cuando comenta refiriéndose al clero de esta villa: iglesia parroquial la Concepción, con curato de entrada y provisión de S.M., a propuesta del tribunal especial de órdenes Militares, como perteneciente a la de Santiago. No entendernos cómo en la obra Monumentos de Extremadura, ya citada, se afirma que esta villa no perteneció a dicha orden, cuando todos los autores consultados así lo confirman. Y argumenta: La documentación de la Orden de Santiago ofrece pocos datos sobre este monumento. Se cita en pocas ocasiones, pero siempre con referencia a Mérida, ya que no perteneció a la Orden de Santiago, sino a una familia noble de Mérida denominada Mexías. Es lógico que así sea pues el termino de Torremejía no formaba por sí ninguna encomienda, como, por ejemplo: Alange, Almendralejo, Lobón, Fuente del Maestre, Medina de las Torres, Monesterio, Hinojosa del Valle o los Santos de Maimona, sino que sus tierras se encontraban englobadas en la encomienda de Mérida, de la que formaba parte como un lugar de señorío. Todavía conservaba esta categoría administrativa de lugar en el año de 1849, pues Pascual Madoz lo calificaba como: Torremejía; lugar de la provincia de Badajoz, partido judicial de Mérida, etc.

CONSTRUCCIÓN DE LA TORRE DE LOS MEJÍA. Existe una encendida controversia acerca de cual fue el verdadero nombre del fundador de la villa de Torremejía, pues los autores no se ponen de acuerdo sobre de la identidad de tal persona. 

Pascual Madoz, al que tantas veces hemos citado a lo largo de estas páginas, afirma que este pueblo fue fundado por Diego García Torres y Mejía, a quien en los años 1480 se le cedió el señorío de su demarcación.

Esta afirmación, va siendo transmitida de unos autores a otros, los que sólo se encargan de repetir el error sin intentar comprobar la verdad del aserto. Así recoge esta teoría, por ejemplo, en la Gran Enciclopedia Extremeña.

También se acepta, sin más, al citado personaje en la Enciclopedia Universal Ilustrada, añadiendo al nombre de su fundador la posible y peregrina etimología del torreón llamándolo Torre Maciza o Torre con Mojinetes, que son los frontones triangulares de los edificios cubiertos a dos aguas. Por su emplazamiento pasaba la antigua calzada romana.

Y en la página informática de la Diputación de Badajoz, a la que antes nos hemos referido, además de aceptar a cierra ojos al citado Diego García de Torres, se bautiza al baluarte con peregrina denominación de: Torre de los Mojicones, sin que sepamos el porqué de tan dulce nombre, (en lugar torre de los Mojinetes, como en otros lugares se la llama).

No sabemos quién suministró este dato a Madoz, suponemos que sería el que le facilitó todos los demás que en su Diccionario figuran, posiblemente el párroco del lugar, por ser, por lo general, las personas más cultas que en los pueblos entonces había (y por el detalle con el que trata todo lo referente al nombramiento del párroco y otros asuntos eclesiásticos, que así sucedió también en otros muchos lugares de España) o, acaso, pudo ser informado por algún erudito local. No obstante, Pascual Madoz (1806-1870), que fue ministro de Hacienda y gobernador civil de Madrid, nunca pisó el suelo extremeño, para escribir sobre nuestras tierras, a pesar de que su obra posea de incuestionable mérito.

Nosotros tenemos datos fidedignos que confieren a esta villa una mayor antigüedad. Así, el padre fray Juan Mateo Reyes Ortiz de Tovar, del Orden Seráfico, en su obra: Partidos triunfantes de la Beturía Túrdula, asevera que: La fundación de Torremejía fue por don Gonzalo Mejía, 21 Maestre de Santiago por los años 1370. Vemos como el autor adelanta en más de 110 años la fundación efectiva de esta población

El Diccionario de Historia Eclesiástica de España, dirigido por Quintín Aldea Vaquero, Tomás Marin Martínez y José Vives Gatell, entre otros, Madrid, 1873. "Instituto Enrique Florez", del CSIC., se afirma que don Gonzalo Mejía fue Maestre de la Orden de Santiago entre los años de 1369 al 1371, terminando, por tanto, de construir la torre que lleva su nombre un año antes de que le sorprendiera la muerte.

Don Gonzalo Mejía fue nombrado Maestre de la Orden de Santiago en el año antes citado por Don Enrique II el de las Mercedes, rey de Castilla y León de 1369 a 1379, para ello, el monarca, tuvo que conceder a don Garci Álvarez de Toledo, que era el que entonces ocupaba el cargo de maestre de la orden jacobea, los señoríos de: Jarandilla, Tornavacas, Valdecorneja y Oropesa y además 50.000 maravedís de renta a cambio de que renunciase al maestrazgo en favor de don Gonzalo Mejía. Conviene recordar que don García era hermano del arzobispo de Toledo, don Gutiérrez Álvarez de Toledo, con gran influencia en la corte y sobre el monarca.

El lugar pasó a denominarse, por lógica, Torre Mejía (o torre de los Mejía), nombre que adquirió entonces y se afirmó con el paso de los años, al ser bautizada con el apellido del señor del término y constructor del baluarte, al que se le añadió una característica notable del lugar, en este caso, su torre que se elevaba solitaria a las orillas de la Vía de la Plata (antes de que se construyera la iglesia). Esta forma de bautizar los pueblos con el nombre de sus señores fue un hecho muy común y en la Edad Media, tal como sucedió con otros muchos lugares, sirvan de ejemplo: Las Casas de Don Antonio, Puebla de Ovando, Puebla de don Fadrique, Torre de Miguel Sesmero, Puebla de Sancho Pérez , Torre de Don Miguel, etc.

En este mismo sentido se pronuncian Pedro de Ulloa Golfin y Chaves, cuando nos menciona de matrimonio de Diego Becerra (del que ya hemos hablado) con doña N. Mexía, que nos la presenta como: señora de los enredamientos de la Torre. Porque por encima de los tejados del caserío que fundara el maestre, don Gonzalo Mejía, se alzaba airosa la torre defensiva del palacio primitivo y protectora de los peregrinos y caminantes que deambularan por la citada carretera buscando el sepulcro jacobeo. Torre que es la misma que, salvo restauraciones seculares y su actual estado de ruina hemos estudiado con anterioridad.

Así lo cree también Miguel Muñoz de San Pedro el que, al hablarnos de esta villa, nos dice: Torremejía, pueblo pequeñísimo que descansa en tierra llana y tomó el nombre de la torre alzada por sus señores, los Mexías de Mérida.

Tampoco descartamos que el precitado, Diego García Torres Mexía, sea un descendiente del maestre don Gonzalo Mejía, que aquí viviera por aquellos años de 1480, y que efectuara alguna reforma en la torre preexistente o en el palacio adjunto, pero no el fundador real de la villa, que ya estaba fundada, tal y como hemos visto.

OTROS SUCESOS DE INTERÉS. Por otro lado, la vida de Torremejía en los siglos posteriores XVI, XVII, etc., siguió los avatares generales acaecidos en devenir de la historia de España. Pero en el siglo XIX, durante la invasión napoleónica de 1808 al 1814, los soldados franceses incendiaron la villa y destruyeron gran parte de su caserío, como ya hemos dicho, mas fueron prontamente restañadas sus heridas y reedificada de nuevo.

El expolio no se ciñó solamente a las viviendas del vecindario sino que, además, arrasaron y saquearon el ayuntamiento y los archivos municipales, pues así consta en el documento número 1 del apéndice documental, donde se justifica la falta de datos existentes en el archivo municipal de la villa, como consecuencia de que los franceses hicieron uso de los papeles para hacer cartuchos, como algunos ancianos así lo manifestaron.

También cabe destacar a mediados del siglo XIX, la lucha sostenida por el vecindario por obtener la propiedad y el cultivo de estas ubérrimas tierras, como afirma Pascual Madoz, cuando destaca que: los vecinos han tenido ruidosos pleitos con el marqués de los Álamos descendiente de aquel señor.

En el siglo XX, toda esta comarca ha incorporado su nombre a la literatura universal, al ser tomada como marco por el Nobel, Camilo José Cela, para escribir, en el año 1942, la impar novela: La familia de Pascual Duarte, situando, sin citarla, en esta villa el lugar de nacimiento del protagonista de la truculenta historia de la vida de un campesino extremeño, obra que está considerada como una de las mejores novelas por su corte naturalista y por su innegable calidad literaria de la posguerra española.

Aunque no se sabe con exactitud la fecha de su nacimiento, se piensa que JUAN MENDEZ DE SALVATIERRA, nació entre los años 1525 y 1530. Siendo hijo de una familia de humildes labradores, murió su padre cuando él era tan sólo un niño. Este hecho hizo que su madre le enviara a casa de su tío Alonso Gil que rápidamente observó en su sobrino buenas cualidades por lo que le enseñó a leer, escribir y le dió estudios. A los veinte años marchó al Colegio Mayor de San Ildefonso en Alcalá de Henares donde obtuvo una beca por oposición. Obtuvo primero la graduación de Letras y Artes, pasando después a cursar los estudios de Teología.

En 1546 terminó la licenciatura de Teología y en 1557 el doctorado. Con una destacada carrera y en reconocimiento a sus méritos recibe el arzobispado de Granada. Su gran devoción y celo por el culto divino le llevaron a hacer algunas innovaciones y a imponer prácticas que no existían en la Diócesis. Algunas de estas reformas fueron el rezo de la Salve y a las Ánimas con música. Fiestas a Santa Ana, Santa María Magdalena y San Sebastián. Fundó el Convento de San José y el Beaterio del Monte Carmelo. Se piensa que falleció el 24 de mayo de 1588.
 

 

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